Cae nieve en Tokio. Me gusta la nieve. ¿Cuánto se acumulará hoy? Es tan blanca, tu piel, como la nieve. La nieve quiere al sol por lo brillante. Y el sol, que se enamora en un instante, se acuesta con la nieve y se la bebe. El sol, aunque es muy grande, no se atreve a hacerse olvidadizo y arrogante: se acuerda de su novia fulgurante y se pone a llorar, y entonces llueve. Y llueve y llueve y llueve y de repente la lluvia se hace nieve: esta mañana que nieva tanto en Londres, y ha nevado luminosa y nupcial y blancamente en jirones, tu piel, por mi ventana, ningún sol, como yo, tan desolado. Fernando del paso
Uno o dos idiomas son armas necesarios en esta sociedad que ha cambiado tanto. Amor magister est optimus.